Invento absurdo de Pazuzu |
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Registrado: 21 Sep 2011, 17:21 Mensajes: 2983
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Era la segunda vez que baja a aquellos túneles. La primera vez fue con el maestro Shamaelthalar cuando tras varios meses tras mi petición de que me acogiese como aprendiz aceptó, no sin ciertas reticencia. Pero era normal, ya que por aquel entonces había sufrido una reciente traición a manos de una antigua aprendiz suya, una experiencia lo suficientemente mala para que no desease a nadie más bajo su tutelaje... Por ello no dudo que en mis inicios fue algo más agresivo de lo que lo había sido con otros, queriendo mantener las distancias para evitar cualquier posibilidad de volver a sentir la traición de una pupila suya.

La primera vez que bajé estaba a solas con él, y fue entonces donde me contó sobre Bodhi - un nombre que me provocan un gran pesar en mi alma – y las ruinas que se habrían paso frente a nosotros. Pero ahora Ainulindale nos acompañaba, teurgia de Labelas como el maestro Shamaelthalar.
- Eso que veis son ruinas ahora, la última vez que las pisé no lo eran. No tanto, al menos – nos explicaba mientras los amuletos sagrados pendían sobre nuestras manos, con la cadena enrollada alrededor de la muñeca, tal como nos habían enseñado para evitar que un golpe nos hiciera soltarlo -. Hace tres décadas algo cambió, comenzaron la construcción de otro lugar, un...santuario para no muertos.
La expresión del gran elfo solar era muy seria, hablándonos sobre ese lugar y sobre ciertos pormenores que preferíamos ignorar al tiempo que de vez en cuanto, veíamos a la lejanía las sombras de cadáveres moverse sin destino alguno, arrastrando los pies por el suelo lugar hasta que un salmo alzado al Seldarina destruía aquellos cuerpos inanimados.
- Vámonos de aquí, la clase ha acabado – sentenció Shamaelthalar cuando varios cadáveres cayeron en descomposición frente a nosotros gracias al poder divino.
Asentí al maestro y Shamaelthalar hizo un gesto para que avanzásemos, cubriendo la retagardia.
- No es algo que.....quiera confesar sobre el Pueblo.... - musitó Ainulindale tras conocer la de ese lugar mientras deshacíamos el camino.
- La última vez que confié en un discípulo... - la voz de shama pareció quebararse un instante -, terminó del lado contra lo que he jurado ser el escudo de los vivos.
Aiunulindale se acarició la mejilla con el pulgar, asintiendo, mientras Shamaelthalar volvía a sumirse en el silencio. Cruzamos un puente de piedra y pasamos por debajo del arco que conducía a los túneles, encontrándonos ante dos figuras que conversaban una frente a otra.
- En el mundo que yo represento, los muertos tienen la buena educación y costumbre de quedarse muertos. Sin acritud – escuché al hombre antes de la replica de la mujer de negro frente a ella.
- Yo no odio a nadie por lo que representa: los prejuicios y... - se calló abruptamente la mujer al escuchar nuestros pasos para terminar dando de manera inconsciente un salgo hacia uno de los lados alejándose de nsosotros.
Tanto Ainulindale como yo nos quedamos desconcertados ante aquel repentino salto, aún con los símbolos sagrados en nuestras manos. Entonces sentí como Shamaelthalar se paró en seco tras nosotras.
- Supongo que me toca presentarme de nuevo – comentó el hombre con tono sosegado y amable dirigiéndose hacia nosotros -.Soy Azhi, druida del cambio y aprendiz de la guardiana del Eldat, de los Picos y de la Costa Norte... a su servico – dijo educadamente.
Pero la actitud de la mujer, lejos de ser educada, bajó la mano derecha lentamente hasta el pomo de su espada bastarda, tensa. Algo que no le pasó desapercibido a Ainulindale.
- Shamaelthalar... ya veo que hoy es un día en el que la caza ha dado sus frutos – habló la mujer dirigiéndose hacia el elfo.
Shamaelthalar echó un rápido vistazo al hombre antes de dirigirse hacia nosotras. - Quizá es hora de que pongáis en práctica lo aprendido – nos dijo sin apartar la mirada de la desconocida.
El ambiente era tenso, y aquel aviso de Shamaelthalar no hizo sino acrecentar esa sensación que algo no estaba bien. Azhi tamborileó los dedos sobre su arma observando a la mujer con unos ojos de un suave color verde.
- No es ninguna hora de eso... No quieres que tus alumnas practiquen tus enseñanzas conmigo – replicó la mujer echando a andar un poco en dirección al druida de manera casual -. No cuando hay nuevas que te interesan.
Pero Shama avanzó hacia Azhi de inmediato, interponiéndose en su camino. Para entonces, ya era evidente que aquella mujer que teníamos delante era una vampira, y sentí cómo mis músculos se tensaban y mi pulso se aceleraba.
- Tsk, tsk.. creo que será mejor que te quedes donde estabas – le advirtió Shama-. No queremos que de forma accidental alguien esté en una posición incómoda.
- Agradecería que mantuviésemos las distancias, agradezco el interés pero prefiero que las damas tengan la piel caliente como el sol al amanecer – añadió Azhi por su parte.
La mujer retrocedió un paso cuando Shama avanzó, sonriendo al ver la reacción del solar. - Es mucho, mucho más divertido cuando se produce una situación así contigo, 'Padre'... - dejó caer esa palabra inclinándose hacia delante -. Me conoces lo suficientemente bien como para que ésto sea un reto.
Shamaelthalar hizo caso omiso al escuchar lo de "padre", pero su ceja tembló levemente. - Ya he oído que te gustan las fiestas, Brynhildr.
Yo permanecía con el símbolo sagrado en mi bajo, con el corazón latiéndome con tanta fuerza que incluso podía sentirlo altir en mis oidos. ¿Ella era Brynhildr? ¿La misma que momentos antes nos estaba contando sobre su traición? Y de ser así ¿Por qué un druida estaba bajo tierra hablando con una criatura así?
Ainuli miró a Shama con expresión de sorpresa desagradable, ya fuese por el comentario de las mujeres calientes o porque ya había comprendido qué era Bryn.
- ¿Os encontráis bien? - preguntó en un susurro a Azhi. Éste asintió con suavidad al elfo sin perder de vista a la vampira.
- Hhh... ya sé de dónde me sonabais... mi fría dama. Estabais donde el otro... que osó alzar la mano contra mi vigilante – Azhi siguió con sus ojos verdes sobre ella -. Me considero alguien cordial y diplomático pero no es de mi agrado el que intenten degollar a mis hermanos.
- Yo no cometí ninguna acción hostil contra nadie en esa fiesta... no me vengáis con tonterías, druida.
- Por eso estamos hablando ¿No es así?
No entendía nada de lo que estaba ocurriendo, siéndome una situación algo irreal, puede que en gran medida por aquello que me enseñaron. Pero Shamaelthalar era el maestro, sabía mejor que yo cómo debía tratar esta situación, así que por el momento permanecí callada y atenta.

- ¿Vais a bajar esos símbolos o tengo que desenvainar mi espada? - clavó su mirada en nosotros.
Pero ninguno de los tres vacilamos ante la amenaza ignorando su petición, pues sabíamos que no se podría acercar a nosotros mientras el poder de los Dioses permaneciese en alto. Además... ¿Por qué ni siquiera debíamos acceder a la petición de una criatura de la noche que había traicionado su propia mortalidad?
- Supongo que de la misma manera en la que te escudaste en Agujas de Oro con la "ley" de tu mano comprenderás, Brynhildr que no hay ley alguna que te ampare ahora aquí – dijo negando con una sonrisa. Entonces el maestro se volvió hacia nosotras -. Yo voy a bajar el símbolo pero no es para que lo hagáis vosotras, mantenedlo si queréis.
Asentí a Shamaelthalar, con mi símbolo en alto junto con Ainulindale, quien chasqueó la lengua disconforme con lo que hacía nuestro maestro.
- Que fácil cambian los términos cuando uno tiene que demostrar ante los demás que no es débil y está roto en el interior... - masculló la Bryn desenvainando la espada despacio.
Me acerqué entonces a donde estaba Shamaelthalar y Azhi en un intento de querer protegerlos con el símbolo sagrado de Sehanine.
- No levantes tu arma contra ellos, Brynhildr – le avisó el sacerdote.
- Tantos mortales que se han ido sin herida alguna tras encontrarse conmigo en estos túneles... - nos reptrochó. Con la mano libre se caló la capucha, bajándosela un poco para impedir que la luz de los símbolos la molestasen de más -, y el único pago es la intolerancia directa, sin medias tintas – miró a Shama -. No lo haré. No soy yo quien tiene sus armas listas y sus símbolos sagrados preparados para un enfrentamiento... ¿acaso crees que soy Castigo? ¿O Blake?
No sé bien cómo describir la sensación que me abordó en ese mismo momento, cuando aquel engendro de la no-muerte nos habló como un grupo de niños que no son justos con ella, reprochándonos nuestra desconfianza, que permaneciesemos protegidos bajo el poder de nuestra fé. ¿Qué diantres ocurría en esas tierras?
- Brynhildr...yo no recuerdo mucha cortesia de un encuentro anterior contigo – habló finalmente Ainu desde su posición, pues tiempo atrás, la teurgia había tenido un mal encuentro con ella junto con otro elfo en el cementerio y Bryn, fue la causante de ese mal encuentro.
- Los tiempos cambian – respondió de forma hipócrita, sonriendo tan ampliamente que dejó a la vista sus colmillos -. Supongo que la Bestia estaba desatada aquel día... pero hoy no lo está salvo que pretendáis despertarla.
- Los tiempos no cambian, solo las personas lo hacen... y para eso, hace falta estar vivo – respondió la elfa solar.
- Yo no he venido hoy aquí por ti, insepulta – dijo Azhi -. Vengo buscando a aquel que atacó a los nuestros y sigue persiguiéndola.
Azhi al parecer, tenía sus propios motivos para estar ahí abajo buscando no-muertos. Pero aún así se me hacía incomprensible que un druida, un guardian de la vida, diese conversación a un vampiro en lugar de tratar de acabar con el.
- Maestro... - llamé la atención de Shama sin alzar la voz. Mi cabella bullía de preguntas sin respuestas -. Tres clérigos frente a un aberración de la naturaleza más un siervo de la misma... -comenté mirando hacia Bryn -. ¿Son nuestros símbolos lo que le impiden huir o pensar que nuestros Dioses no desea que acabemos con su vida?
Fue una pregunta ingenua la que formulé, la cual nunca obtuve respuesta, pues para mi era evidente que estaba en clara desventaja y que muy posiblemente ese día su alma finalmente sería juzgada por su Dios... y a pesar de eso, el orgullo de ese ser le hacía, no solo permanecer dónde estaba, sino hablar con sobervia.
Y toda esa situación me extrañaba
- No digas estupideces, elfa – espetó repentinamente hacia mi con cierto desprecio -. Puedo irme cuando desee. Sólo quiero saber si Shama va a lanzar sus perros sobre mi.
- Ni son perros ni es potestad mia lanzarlos contra ti, Brynhildr – respondió éste mientras Ainulindale abrió la boca para replicar, pero cerrándola segundos después sin decir nada.
Por mi parte sentí ese pequeño orgullo de nuestra raza -no muy propio de mi que lo deje aflorar pero que la sangre de mi padre ayuda a ello -. Ser insultada por un engendro de la naturaleza y la vida cuando yo misma servía a una Diosa que combate a tales seres, no era algo que estuviese dispuesta a permitir.
- ¿La requerís para salvar a alguno de los vuestros? - pregunté hacia el druida con suavidad sin apartar la mirada de la vampira. Pues sino la necesitaba con vida, no veía necesidad de seguir esa conversación.
- No tengo nada que tratar con ella, los dioses han querido que nos crucemos hoy mientras buscaba otra cosa.
Asentí a Azhi despacio.
- No me hagáis perder más el tiempo... La decisión está en vuestra mano – nos dijo -. Podéis atacarme como harían los supuestos adalides del bien, escudándose en 'lo que es correcto' para dejarse llevar por la ira y el egoísmo... o nuestros caminos pueden separarse aquí como se han encontrado.
Shamaelthalar miró a la vampiresa un momento y terminó por envainar su alma.
- Sois libres de hacer lo que os dicte la conciencia – nos dijo a sus aprendices antes de volverse hacia Bryn -. No peques de arrogancia, huelo tu miedo a la perfección, pero igual que huelo tu miedo... conozco mi deuda. Ya está pagada. La próxima vez mi honor no me obligará.
Sentí una propulsión de adrenalina recorriendo mi cuerpo. ¿Una vampira se creía en posición de darme lecciones sobre adalides del bien? ¿Una traidora a su raza? ¿Una traidora a la vida propia? ¿Una traidora a su Dios?
- No creo que seáis la correcta para dar clases sobre el bien... - dije.
- ¿Y quién lo es?
- Vos no – respondí con seguridad en mis palabras de forma tajante -.Dejasteis de poder decir qué debe hacer la gente de bien en cuanto rechazasteis la naturaleza mortal...
- Hmmm....si te dieramos la paz podrias descansar por fin...pero Amn es una tierra...extraña, solo lucho en ella para preservar la vida.... - dijo Ainulindale para confirmar que ella tampoco lucharía. Azhi también dio un paso atrás.
- Si me atacáis... será lo peor para el resto. Yo os he advertido... - dijo la vampiresa alerta ante cualquier posible movimiento. Con una mano tenía agarrada su espada, mientras con la otra sostenía su escudo.
Música
Sé que Shamaelthalar hubiese preferido salir sin más incidencia que aquel encontronazo, más por propia seguridad de sus pupilas y el druida que por su propio bienestar, pero yo no podía ignorarla, pues cada centímetro de mi ser me incitaba a acabar con aquella no-vida.

Así que cogí mi escudo, sin soltar aún el símbolo sagrado de mi mano. Shamaelthalar se tensó, apretando la empuñadura de su espada en una pose de alerta.
- No puedo dejar marchar a alguien que no pertenece a esta vida ya.... ni a este mundo – dije para mi.
Bajé el símbolo y me lancé contra ella, murmurando una plegaria hacia mi Diosa y cargando mis palmas con energía positiva justo antes dede golpearle el pecho. Saltó un fulgor plateado cuando la magia positiva chocó con la oscuridad de su alma y entonces, aproveché ese primer momento de desconcierto de la vampira para desenvainar la espada y enfrentarme a ella.
Ainulindale comenzó a entremezclar oraciones y conjuros en una letanía constante, pero no para atacarle a ella, sino para curarme y protegerme a mi, pues las heridas de la vampiresa se curaban mucho más rápidas que las mias.

Entonces conjuró oscuridad y sentí su espada abrirme la carne con el filo así como la cálida sangre salir de las recientes heridas. Traté de curarme y golpearla, frenando sus golpes, pero su capacidad de regeneración era mucho mayor que la mia y apenas podía seguir su ritmo, sobretodo porque parecía que había olvidado la mitad de los conjuros que me hubiesen permitido protegerme de ella.
Comencé a escuchar la respiración agitada de Shamaelthalar y un grullido tras de mi según avanzaba la contienda y yo cada vez iba recibiendo más heridas. Convoqué a un aliado de piedra para que me ayudase a frenarla, pero ella no tenía intención alguna de distraerse con ese convocado, no cuando sabía que mi cuerpo era más frágil y mi capacidad de reacción era menor.
Recuerdo que los miembros me dolían de sobremanera por las incontables heridas y supe que caería sino hacía algo... Entonces Shamaelthalar comenzó a perder su forma de elfo, creciendo en tamaño dispuesto a detener a Bryn cuando ésta le soltó un terrible y doloroso golpe que apunto estuvo hacerme caer de rodillas. Así que hice lo único que se me ocurrió en ese momento...
Rezar
Recé a mi Señora de los Sueños con todas mis fuerzas y toda la fé de una sacerdotisa cuya alma sabía, nunca se doblegaría ante esas criaturas. Mi cuerpo se bañó de una tenue luz divina que creció rápidamente hasta explotar a mi alrededor. Todo el lugar se iluminó con un refulgor plateado y, cuando este ceso, Brynhildr ya no estaba. El instito de supervivencia de la vampiresa le había instado a salir huyendo del lugar y alejarse todo lo posible de mi al sentir la magia divina.
Shamaelthalar se quedó durante unos segundos confuso ante la sucesión de conjuros, habiendo crecido en medio de la oscuridad mágica en cuanto me había visto malherida. Pero ahora había visto a la vampiresa huir y yo estaba fuera de peligro, mientras mis heridas comenzaban a sanar. El solar volvió a su estatura normal e hincó una rodilla en tierra tomando el medallón de Labelas en su mano.
- Perdóname padre, porque he pecado, más la vida de esos niños bien merecen mi penitencia y castigo – susurró en élfico.
- Que el padre creador te guíe a la tumba, alzada, donde puedas encontrar el descanso verdadero – musitó Azhi cuando perdió a la vampiresa de vista.
Ainulindale cruzó la mano libre a la espalda mirando marchar a la vampira con gesto neutro observando mi estado.
- Gracias... - le dije a Ainulindale intentando recuperar el aliento tras la pelea, pues no me había pasado desapercibido su magia durante el combate para protegerme o curarme.
- Dije que solo luchaba para preservar la vida....- respondió encogiéndose de hombros.
Shamaelthalar alzó el rostro tras colocarse su medallón e inclinó la cabeza hacia mi
- Discúlpame, Anith, pues hoy no he sido el maestro que debía para ti– y entonces se alzó -. Pero te aseguro... que mis motivos eran férreos.
- No digais eso maestro – le sonreí queriendo infundirle fuerzas -. No creo que pudiese tener mejor maestro que vos, pues no solo enseñáis a luchar, sino a ser una persona con honor – tras lo cual negué despacio -. Y descuidad.... confío en vos y sé que cuando hacéis algo, es porque debéis. No necesitáis explicármelo.
- Mi deuda está pagada – dijo acariciando mi rostro al tiemp que me sonreía levemente -. Estoy muy orgulloso de ti – y después miró a Ainu -, de ambas
- Tras la clase ha quedo claro que luchar no era la respuesta maestro – dijo Ainu -. O no siempre lo es... - se encogió de hombros.
- Luchar, muchas veces, es la respuesta. Pero otras... es más difícil aprender cuáno no se ha de luchar que aprender a derrotar a un enemigo.
Marchamos hacia el exterior ante el peligro que podía suponer que la vampiresa regresase con ayuda. Yo permanecía en silencio, aún pensando en lo rápido que había pasado todo y en todas las estupideces que había cometido.
- ¿Estás bien, Anith? - me preguntó Shamaelthalar.

- Quizás.... tratando de asimilar lo ocurrido....
- La primera vez...siempre es dura – me aseguró, y yo le asentí.
- Me cegó.... solo sentía su arma y.... traté de expulsarla con el poder de la fe.
- Pues lo has hecho genial – trató de animarme -.Lo has hecho muy bien, Anith
-Lamento haberos preocupado...
- Tranquila, que no pudiese luchar no significa que fuese a permitir que te ocurriese nada. Además, confio en tus habilidades – sonreí agradecida por sus palabras, sabiendo que posiblemente ese encuentro había sido más doloroso para él que para mi a pesar de las heridas que me llevé, pues su herida fue causada en el alma por la traición de su pupila, y ahora había tenido que presenciar como aquella a quien había enseñado en vida y terminó abrazando la no-muerte, se enfrentaba con una nueva aprendiz que no sabía si estaba prepada para semejante pelea.

Pero ahora ya lo sabía a pesar de mis errores, y esperaba que eso le ayudase a tener la seguridad que jamás seguiría el camino de pupila y que no había mal que pudiese doblegar mi espíritu.
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